Acaricia las teclas de mi cuerpo
una vez más,
esas teclas desafinadas,
rotas e intranscendentes
que replican la misma
triste melodía continuamente...
Posa tus manos sobre ellas
e imaginemos que podemos
cambiar esa triste melodía...
Cierra los ojos,
respira hondo
y toca la canción por última vez...
Dejemos que nos abrace la noche,
que nos susurre nuestra melodía,
que nuestro último suspiro
sea esa triste neblina
de un nuevo amanecer...