No importa la tecla que pulse,
no importa la palabra que escriba,
todas se refieren al mismo sentimiento,
al mismo dolor,
a la misma idea recurrente que lo envuelve todo...
Cada segundo fugaz
que se convierte en la eternidad,
cada sentimiento volátil
e incongruente,
cada desilusión que te marca
a fuego en lo más hondo del alma.
Grito afónico y agónico
que no llega a tus oídos,
cada palabra que no escribo,
cada palabra que se queda
prendida entre mi cabeza y mi alma
y que se entrelaza entre sentimientos
que la destruyen y consiguen que mis dedos
no lleguen a escribirla...
El abismo del tiempo,
la incongruencia de la eternidad,
la aplastante y real fugacidad de la vida,
ese abrir y cerrar de ojos,
ese parpadeo que me sirvió
para poder verte pasar
sin tiempo a despedirme...
La ausencia de mi presencia,
la compañía de la soledad
en una simple
eternidad fugaz...
Un placer,
un suspiro,
un anochecer...
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