Hay veces que simplemente
quieres que las cosas vayan bien...
y con bien, sólo aspiras a la normalidad,
al día a día, a la salud y a la compañía de los que quieres...
Lo simple y lo más importante,
supongo que es normal,
cuándo te habitúas a tenerlo por defecto,
a pensar en algo más allá de todo esto...
pero cuando te falta
es absolutamente
lo único que quieres en el mundo,
ni más ni menos,
sólo eso, nada más...
no importa la palabra que escriba,
todas se refieren al mismo sentimiento,
al mismo dolor,
a la misma idea recurrente que lo envuelve todo...
Cada segundo fugaz
que se convierte en la eternidad,
cada sentimiento volátil
e incongruente,
cada desilusión que te marca
a fuego en lo más hondo del alma.
Grito afónico y agónico
que no llega a tus oídos,
cada palabra que no escribo,
cada palabra que se queda
prendida entre mi cabeza y mi alma
y que se entrelaza entre sentimientos
que la destruyen y consiguen que mis dedos
no lleguen a escribirla...
El abismo del tiempo,
la incongruencia de la eternidad,
la aplastante y real fugacidad de la vida,
ese abrir y cerrar de ojos,
ese parpadeo que me sirvió
para poder verte pasar
sin tiempo a despedirme...
La ausencia de mi presencia,
la compañía de la soledad
en una simple
eternidad fugaz...
Un placer,
un suspiro,
un anochecer...
