viernes, 6 de mayo de 2011

Rumbo a ninguna parte


Sabes...
Que sé:::?

Que el tic tac del reloj acaba conmigo,
fabricando arrugas,
tiñendo de blanco mi pelo,
haciéndome perder la coherencia,
precipitándome a un vacío incomprensible
que no sé como llenar...

Sabes...
Qué sabes?

El ruido atronador del silencio
no me deja dormir por las noches.
La claridad de la noche
impide que concilie el sueño.
Ya no existen los sueños.

Sabes...
Quién sabe?

A veces observo el espejo,
no demasiado,
y no sé de quien es el reflejo.
Me invento y me reinvento
en mi imaginación
y nunca se parece al relejo del espejo.
No vivo en la realidad.

Sabes...

Estoy al frente
de un submarino
que navega bajo tierra,
pero siempre que abro la escotilla
estoy en el mismo lugar,
quizás,
allí donde nunca quise estar,
quizás,
allí donde debo estar,
quizás,
allí de donde no me sé escapar.

Treinta grados a estribor
y rumbo a ninguna parte.
El sol me cegará
al salir de aquí
para volverme a mostrar
lo que ví antes de zarpar....

2 comentarios:

  1. La arquitectura del YO.

    La arquitectura del yo podría ser el arte y la técnica de proyectar lo que pienso en los actos que realizo, pero tenemos que recordar que no hay cognición ni respuesta sin una emoción que la influya, aunque sea situacional.

    La arquitectura del yo podría consistir en la búsqueda y construcción de espacios con identidad propia, lugar al que solo se llega a partir de la toma de conciencia del ser y de su relación con el medio-miedo. Pero, sin basarse en la construcción en sí, si no más bien en los vacios y la adaptación de estos através de la interpretacion de ellos mismos, tomando como punto de referencia todos nuestros fenómenos físicos, psíquicos y sexuales. El YO como probador de la realidad y portador de la inteligencia, del conocimiento de causa y efecto, es el que puede mostrarnos nuestra conciencia consciente de existir, organizando nuestros pensamientos e intuiciones. Aunque el YO también podría ser una ilusión...reduciéndose así a las propias urgencias biológicas haladas por fuerzas socioculturales.

    La arquitectuta del YO, como proponía Epicuro, precisaría de un placer equilibrado en todas sus formas de vida, del placer físico: comer sin gula, follar sin dependencia, oír y escuchar música; del palcer intelectual; del placer emocional, que reside en la capacidad de ser empático, de compartir amor y afecto y de haber experimentado alguna vez la Amistad. El equilibrio entre los palceres puede acercarnos a lo que somos, permitiéndonos fortalecer el sentido de nuestra existencia, que pienso no puede ser otra que la capacidad que tenemos de ELEGIR, porque cuando elegimos, existimos, actuamos y consecuentemente construimos un sentimiento cuyo valor reside en el acto que lo ratifica o define.

    El arquitecto del YO, debería ser aquel individuo que domine el modo de llevar a cabo en la práctica lo que sus percepciones, su conocimeinto y experiencia le muestran; el arte de la búsqueda, construcción y conocimiento de uno mismo en su totalidad.

    (El miedo como reacción natural que surge cuando nos acercamos a nuestra propia verdad, solo va desapareciendo cuando elegimos confiar en lo que queremos y no en lo que debemos)

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  2. Allí donde nadie me encuentre...
    Allí te he ido a buscar
    y he visto q solo me has dejado oscuridad y silencio.

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